Por Juan Vázquez – Business Analyst en Jeddins
Existen destinos que poseen un legado cultural, natural, etc., que ejercen un alto grado de atracción sobre los turistas, de modo que están dispuestos a desplazarse hasta el enclave para disfrutar de él. Pero en la mayoría de los casos, el disponer de este atractivo no es suficiente como para considerar el enclave como destino turístico
El concepto destino turístico considerado en el presente artículo, no sólo hace referencia a una zona geográfica donde disfrutar de determinados productos/servicios relacionados con el sector turístico, sino que además disponen de una oferta turística los suficientemente potente como para atraer por sí misma a viajeros desde distintos puntos de la geografía, tanto nacional como internacional.
Existen destinos que disponen de un legado natural o cultural con este poder de atracción, como Granada con la Alhambra; Cazorla con el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas; el litoral gaditano con sus playas; Sevilla con la Catedral, los Reales Alcázares, etc.
Pero no todos los destinos cuentan con un patrimonio propio capaz de ejercer una atracción tal como para provocar no sólo el desplazamiento de los viajeros, sino que además permanezcan en él, o sus alrededores, varios días. Estos destinos deben crear un producto con ese poder de atracción. Este producto nuevo debe poseer un atributo esencial, y común en todos los destinos de éxito: debe ser original, esto es, el viajero que visita el destino debe experimentar la sensación de estar disfrutando de algo único, y que muy difícilmente podrá disfrutar en otro destino. Por ejemplo, un turista que visita la Alhambra sabe que existen monumentos de igual magnitud en el mundo, pero que no existe ninguno como él, ninguno con esa arquitectura, ninguno encuadrado a los pies de Sierra Nevada, etc.; en definitiva, es un producto con ‘encanto’.
Crear un producto original, o con ‘encanto’ requiere de un conocimiento minucioso no sólo del producto en sí, sino de las necesidades de los clientes objetivo. Gracias a las nuevas tecnologías, al compromiso de las Administraciones y entidades privadas especializadas en llevar a cabo estudios socio-demográficos de los mercados, etc., este conocimiento es posible, por tanto, ‘inventar’ un producto innovador, único, o si se prefiere, con ‘encanto’, es una tarea ardua, pero posible.
Innovación, planificación, y gestión como claves de éxito en destinos turísticos
Lamentablemente no basta con tener un producto innovador para atraer visitantes. Además hay que dotar al producto de valor añadido, esto es, de un conjunto de atributos de los que no dispone por si mismo, pero que al añadirlos de forma externa lo hace más atractivo. Por ejemplo, el Parque Nacional de Doñana por si mismo tiene un alto atractivo para el turismo de naturaleza, pero si la visita consistiese exclusivamente en pasear por las zonas habilitadas, el atractivo para el gran público sería mucho menor al que posee en combinación con los servicios ofrecidos por la vecina localidad de Sanlúcar de Barrameda.
Esto permite al visitante no sólo disfrutar del encanto del Parque al que se ha añadido valor con servicios de visitas guiadas, centros de interpretación, etc., sino también disfrutar de la gastronomía local, visitar las antiguas bodegas donde se explican los procesos de crianza de los vinos de la tierra; pasear por el casco antiguo salpicado de casas palaciegas, etc. De este modo el turista que visita el Parque es consciente de que puede amortizar el gasto de desplazamiento y alojamiento consumiendo otros productos complementarios que hacen su visita más completa, o dicho de otro modo, sabe que la inversión no se reduce a visitar un día o dos el Parque, sino que puede permanecer en el destino un tiempo mayor realizando otras actividades de su gusto, y del de sus acompañantes.
Puede ocurrir que el destino ofrezca actividades complementarias relacionadas con el producto en sí, pero que adolezca de capacidad para ofrecer una oferta complementaria. En este caso es posible complementar la oferta con la de municipios adyacentes, como es el caso de Benalmádena, destino que ofrece una oferta completa de Sol y Playa, que puede complementar con la oferta cultural de Málaga capital, para aquellos visitantes con inquietudes en este segmento, o con la oferta de turismo de compras de Fuengirola o Marbella.
Como tercera clave, y no por ello menos importante que las anteriores, está la sostenibilidad entendida en su amplia acepción, es decir, el producto no sólo debe ser sostenible económicamente, sino que debe ser sostenible en el eje ambiental, ya que nadie va a consumir un producto que degrade el medioambiente; y sostenible en el eje social, procurando el bienestar de los turistas, así como el aumento del nivel de vida de sus residentes.
El destino no es sólo el producto, los servicios, etc., sino también la imagen que se transmite de él. Un buen producto en una zona socialmente castigada, especialmente si el motivo del desequilibrio social es consecuencia directa de la actividad turística, transmite una imagen poco agradable, y por tanto, poco atrayente para el turista.
Por último, es conveniente establecer una campaña de promoción adecuada, ya que si el producto no es conocido difícilmente podrá ser consumido. Pero además se ha de ser cuidadoso en la imagen que se transmite del producto/destino en la promoción, ya que no hay nada más contraproducente para el éxito del destino que el crear falsas expectativas en el cliente, a partir de una imagen que no se corresponde con la realidad.
En Andalucía lab trabajamos junto con los destinos turísticos en el estudio, planificación, gestión turística, un servicio gratuito a disposición de los diferentes destinos andaluces, que pueden solicitar información y cita en nuestras instalaciones para comenzar las sesiones de consultoría con nuestro equipo.
Muchos municipios y destinos ya están trabajando con nosotros, mira cómo trabajamos ¿Te unes?