¿Dónde están las buenas prácticas cuando se necesitan?

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Por Javier Pérez Caro – Consultor de Management

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Antes de reflexionar sobre dónde han ido a parar las buenas prácticas y los programas de Responsabilidad Social Corporativa que se estaban llevando a cabo en nuestras organizaciones, y que es el objetivo principal de este artículo, hagamos una breve reflexión…

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Fuente: filoempresa.files.wordpress.com
 

El “tsunami” nos ha obligado a reconsiderar todo el planteamiento estratégico a corto, medio y -me aventuro a decir- a largo plazo, de nuestros establecimientos turísticos. El cliente ha cambiado, ahora es más social. Nuestros proveedores (algunos ya no existen) tienen los mismos o más dolores de cabeza que nosotros. Y nuestro equipo humano, ¿cuántos de ellos en sus familias no lo están pasando mal en estos momentos?,¿cuántos miembros de su familia están en situación de desempleo?

No hace tantos años el triángulo clientes, proveedores y equipo humano estaba integrado dentro de las políticas de RSC de nuestra empresa.

Buenas prácticas en:

Conciliación empresa-familia.
– Remuneraciones a la carta.
– Teletrabajo.
– Pagos entre treinta y sesenta días.
– Compras de productos éticos.
– Ahorro de costes.
– Transparencia.
– Declaraciones de la huella de carbono, etc.

Y ahora os pregunto: ¿Dónde han ido a parar todas estas prácticas?

Me responderé yo mismo; en demasiados casos al cubo de la basura. La justificación es el «tsunami». Nos obliga a hacer éste o aquel ajuste que no queremos, pero es necesario. Es cierto que en estos momentos se están haciendo grandes ajustes en las empresas con la misión de sobrevivir, y con la promesa de cuando las cosas mejoren volver a implantar las buenas prácticas. Me aventuro a decir que eso lo harán sólo los emprendedores-empresarios de raza, los que creen en el triángulo C.P.E. Para los demás, las buenas prácticas eran cara a la galería.

Conclusión

Que las cosas están difíciles, por supuesto pero no para ti sólo, para todos. Que mal de muchos, consuelo de tontos, por supuesto. Pero no me negarás que si estamos pidiendo sacrificios a nuestros proveedores, a nuestro equipo humano y a nuestros clientes les estamos recortando en prestaciones, debemos de dar algo a cambio.

Si queremos salir de este agujero, que algunos días me pregunto si tiene fondo, es con el apoyo del triángulo. Si no me apoyo en él, tengo claro que mi empresa puede que -en un no muy largo espacio de tiempo- no salga a flote.

Por tanto repensemos las buenas prácticas que hacíamos antaño, ni calvo, ni dos pelucas. En la moderación está la virtud. Quien mejor que tú y tu equipo directivo para conocer vuestra empresa. Busca, compara, implementa, haz prueba y error, pero haznos un favor, no olvides las buenas prácticas, porque todos te lo agradeceremos.

Te propongo un primer paso. Haz un listado de diez buenas prácticas que hacíais antes de… y al mismo tiempo pregunta a tus grupos de interés que prácticas podrías llevar a cabo en tu empresa, teniendo en cuenta las circunstancias en las que se encuentra ésta. Después cruza las dos tablas y prioriza las que serían asumibles en el corto plazo, las que lo serían en el medio y las que descartarías.

El compromiso con hacer lo bueno o lo mejor no es una garantía de éxito en el mercado, pero en los últimos 30 años numerosas empresas han demostrado que pueden construir un mundo mejor y ganar dinero al mismo tiempo.

Las empresas que han incorporado prácticas de RSC, han experimentado un incremento de sus beneficios, entre los que se encuentran:

– Aumento de las ventas y la cuota de mercado.
– Mejor posicionamiento de marca.
– Fortalecimiento de la imagen y la influencia corporativa.
– Mayor capacidad de atraer, motivar y retener a los empleados.
– Menores costes operativos.
– Mayor interés para inversores y analistas financieros.

¡SÚBETE Y TIRA del carro de la RSC!

«La culpa la tiene sólo el tiempo. Todos los hombres se tornan buenos, pero ¡tan despacio!»
Robert Browning

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