Invertir en conocimiento, caminar a hombros de gigantes

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Por Antonio Sánchez – www.libelularoja.com

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Emprender no es sólo una carrera de fondo, es más bien una prueba parecida a las combinadas como el decatlón, donde auténticos superhombres (y mujeres) demuestran todo tipo de capacidades, debiendo compensar el rendimiento en el conjunto de la competición para vencer.

Y es que si hay algo que responderá alguien que lleva años luchando por poner en marcha su proyecto, es que en el camino ha tenido que aprender de todo.

Por una parte, está la experiencia que se va adquiriendo y por otra la necesidad de aprender las mil cosas necesarias para que todo funcione: No basta con ser un experto en el campo del propio trabajo, aunque sólo eso ya es un camino sin final. Además hay que conseguir financiación, cuidar de los costes, la operativa, conocer los rudimentos del marketing, saber comunicar, liderar al propio equipo, elaborar una estrategia, participar de alguna forma en el ajetreo de las redes sociales, generar contenidos y tener claros los conceptos de SEO que te ayudan a estar donde quieres estar.

Es posible que muchas cosas, incluso, deban externalizarse, pero no es buena idea hacerlo a ciegas, sin conocer nada de lo que se está dejando en manos de otros. Al fin y al cabo se trata de una apuesta propia, eres el responsable de que funcione.

Y en cualquier caso, ¿nos puede perjudicar saber más sobre más cosas?

La afortunada frase del título del post, atribuida a Bernardo de Chartres (filósofo francés del s. XII) expresa gráficamente las ventajas de aprovechar el punto de partida que te ofrece el conocimiento compartido por otros. No debemos dejar de buscar nuevos puntos de vista, conocer técnicas que nos permitan llegar más lejos, mas rápido y con mayor probabilidad de éxito.

Hay una gran diversidad de medios para invertir en conocimiento:

– Libros. En mi caso, han sido una referencia durante toda mi vida y no he encontrado un motivo de peso para abandonarlos. Las publicaciones en papel pueden tener inconvenientes según que casos, como la falta de actualización. Por eso es recomendable comprobar la fecha de comprobación en ciertos campos en rápida evolución.

– Formación presencial. El valor de la comunicación entre personas no tiene sustituto conocido, por eso es recomendable siempre que sea posible. De vital importancia al comienzo de la aventura como emprendedor, facilita además el contacto con otros en la misma situación.

– Jornadas y foros especializados. Una forma tremendamente útil de mantenerse al día y contrastar opiniones, estos eventos organizados para profesionales suelen ser intensos y productivos si están bien planteados.

– Formación online. Una solución excelente gracias a la posibilidad de compatibilizarla con la actividad habitual, permite también ampliar el espectro y explorar campos nuevos al ritmo que permita el tiempo disponible o la complejidad de los mismos.

– Investigación en internet. La cantidad de recursos accesibles en la Biblioteca de Babel que es la web la convierten en la preferida de la mayoría, actuando al menos como complemento de las anteriores. Los peligros: la dispersión que provocan sus millones de caminos posibles, y la abundante falta de rigor.

Pero para eso tenemos nuestro criterio, cada vez más afinado gracias al entrenamiento continuo y a caminar a hombros de gigantes.

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